Los objetivos del
tratamiento de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos debe ser:
reducir la cantidad de residuos y la peligrosidad de sus componentes, y regular
la gestión para mejorar la protección ambiental, fomentando su reutilización y
su valoración.
Reutilización/Reparación:
Siempre que sea posible, debe optarse por la reparación de los aparatos
eléctricos y electrónicos. Cuando no lo sea, los equipos serán llevados a una
planta de tratamiento, para los procesos de descontaminación, desmontaje,
reciclaje y valorización.
Reciclado: En el
proceso de reciclaje, los aparatos eléctricos y electrónicos se desmontan y se
descontaminan las sustancias peligrosas en caso de que las contengan. El
proceso implica la recuperación de materiales como plásticos, metales o vidrio
para su posterior reciclado.
Valorización
energética: Se trata de buscar otros usos energéticos a los materiales de los
aparatos eléctricos y electrónicos.
Eliminación: Implica la
eliminación de aparatos o de sus componentes cuando no pueden reutilizarse,
reciclarse o usarse para la valorización energética. Es el último paso a seguir
en el tratamiento de reducción de residuos.
El proceso del
reciclaje se realiza del siguiente modo:
Desmontaje y
descontaminación; Las lámparas, baterías, cables y el resto de los componentes
eléctricos son eliminados de los aparatos al comienzo del proceso de reciclaje.
En la etapa de descontaminación, que debe ser realizada por empresas gestoras
de residuos peligrosos y puede ser posterior al desmontaje, se quitan todos los
elementos peligrosos, como pueden ser, por ejemplo: aceites, componentes que
tengan mercurio, amianto, plásticos que contengan PBB o PBBE, sustancias
radioactivas, pilas, tubos de rayos catódicos, condensadores con
policlorobifenilos, etc. Si no se pueden reutilizar o reciclar se neutralizan
para evitar la contaminación. La mayoría de los residuos de línea blanca
contienen cadmio, plomo, derivados bromados, mercurio, cromo hexavalente,
baterías de plomo, salinas o alcalinas, etc., que son tóxicos para los seres
humanos, animales y plantas y degradan el medio ambiente. Si bien estas
sustancias están reguladas actualmente, hay que tener en cuenta que los
aparatos antiguos denominados históricos tienen mayor proporción de los
elementos peligrosos.
Trituración. Una vez se
separan las partes peligrosas, el resto de los residuos se trituran y
posteriormente se dividen en cuatro apartados: metales de hierro, otros metales
no férreos, vidrios y plásticos.
Uso de los materiales
reciclables.
Los materiales aptos para el reciclaje -metales, plásticos y
vidrio-se utilizan para nuevos productos, lo que da lugar a un doble ahorro:
energético y de materias primas. La proporción de cada una de ellos dependerá
del tipo de aparato de que se trate. Así, por ejemplo, un aparato de línea
blanca está constituido principalmente por metales, mientras que en un equipo
electrónico de consumo es el plástico su principal componente. Los metales, ya sean de hierro o no, pueden
reciclarse indefinidamente porque nunca pierden sus propiedades. Los metales de
hierro reciclados se usan en la industria del acero. Tras la purificación y
fundición de los metales que no son de hierro -cobre, estaño, zinc y los metales
preciosos como el oro y la plata- se reciclan y sirven para fabricar cables y
nuevos componentes eléctricos.
El vidrio, una vez limpio y triturado, se
reutiliza para las pantallas de televisión y ordenador, entre otros usos.
Los plásticos recuperados se transforman en
pequeñas partículas que se limpian y secan, y que a su vez se transforman en
gránulos que adquieren un nuevo color. Estos materiales se reutilizan para la
industria de los muebles y automóviles